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«Nuestro Hijos, Bendición de Dios»

La paternidad es un don que Dios nos da. Por esto cuando un niño nace debe ser de gozo.

Tengamos presente que en este mundo caído, infectado con la maldición del pecado. En medio de tanto mal y caos moral,  los hijos son una prenda de la misericordia de Dios. Son una prueba palpable de que Dios se extiende incluso a criaturas caídas y pecaminosas.

Recordemos que Adán y Eva comieron del fruto prohibido antes de concebir ninguna descendencia y Dios no los destruyo simplemente y levanto una nueva raza. En lugar de ello les permitió cumplir el mandamiento que ya les había dado antes el cual era  fructificar la tierra y multiplicarla (Génesis 1:28). Puso en marcha Su plan de redención que abarcaría a grandes multitudes de la descendencia de Adán (Apocalipsis 7:9-10).

Cuando Dios maldijo la tierra por causa del pecado de Adán, multiplico el dolor en el proceso del parto (Génesis 3:16) pero no anulo la bendición de tener hijos.

Entonces queda claro que en el plan de Dios los hijos son dados como una bendición cuando llegan no como una dificultad.

La responsabilidad de ser padres no debe ser tomado como un yugo a cargar, sino como un privilegio a gozar. Si el designio de Dios al darnos hijos es bendecirnos, entonces la tarea a la que nos llama como padres no es más que la extensión y ampliación de esa bendición.

La crianza de nuestros hijos es difícil solo hasta donde nosotros lo hacemos difícil al descuidar los sencillos principios que Dios estableció en su Palabra. Ejemplo: Aun la tarea de disciplinarlos finalmente trae gozo cuando seguimos fielmente las instrucciones de la Biblia como dice: Proverbios 29:17 “Corrige a tu hijo, y te dará descanso, y dará alegría a tu alama. en pocas palabras ellos son el resultado de lo que hicimos con ellos.

Enseñarles e instruirles en la Palabra de Dios no es una garantía para que no se aparten nunca al mal camino como algunos toman Proverbios 22:6, esta no es un promesa incondicional, más bien debemos tomarlo como Matthew Henry nos explica “Cuando crezcan y envejezcan, es de esperar que no se apartaran del camino de Dios. Recordemos que los buenos ejemplos que les demos permanecerán con ellos  todos sus días. Pues nuestros actos o hechos enseñan más que nuestras palabras.

Por ello debes tener presente que aun la salvación de tus hijos será  una cuestión entre ellos y Dios, lo que podemos hacer nosotros como padres es orar por ellos e instruirlos en la Palabra.

Cuando un día estemos  ante el trono de Dios a nosotros como padres se nos considerara responsables por el hecho de entregar a nuestros  hijos a otras influencias que conformen su carácter en caminos de impiedad.

Dios ha puesto en nuestras manos la responsabilidad de criar a nuestros hijos en disciplina y amonestación del Señor y nosotros daremos cuenta a Dios de esta administración y de este gran don. Si otros tienen más influencia sobre nuestros hijos que nosotros mismos, somos culpables en base de eso, sin excusa.

Dios estableció la función paterna como una responsabilidad a dedicación total, Deuteronomio 6:6-7

No podemos poner horarios para cumplir nuestro rol como padres, es todo el tiempo, al levantarse, durante el día y al acostarse.

Debemos analizar cómo esta nuestra relación con Dios, si él es una prioridad en nuestras vidas, no podemos enseñar a nuestros hijos aquello que ni nosotros hacemos. ¿Cómo esta nuestra vida espiritual? Examinemos y arreglemos con Dios.

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